domingo, 11 de abril de 2010

Megadeth Radio



Para metaleros y rockeros, aquí dejo la excelente estación de radio de la banda Megadeth (EEUU). Como lo dice el guitarrista, cantante y líder Dave Mustaine, en esta estación se puede escuchar "Slayer, ACDC, gore and The Beatles back to back!". Provecho.

Megadeth Radio

viernes, 9 de abril de 2010

Alicia en el país de las taquillas

Valga esta entrada para inaugurar la nueva plantilla del blog. Gracias A lexánder Obando por su ayuda con la misma.

Advertencia: Quien no haya visto la más reciente versión de Alicia en el país de las maravillas (Tim Burton, 2010) y pretenda hacerlo, absténgase de leer el texto. Luego no digan que me puse a contar la cinta o algo parecido.

Las mejores adaptaciones de obras literarias al cine son, a mi gusto, aquellas que generan algo nuevo a partir del texto original. Si bien en muchos casos uno quisiera ver exactamente la novela que leyó adaptada a la pantalla (lo que me pasa con Narnia, por ejemplo), es innegable que un distanciamiento creativo de parte del director puede enriquecer la obra. Al fin y al cabo se trata de una traducción, puesto que el lenguaje literario y el cinematográfico no son iguales, por lo que es interesante ver modificaciones en los diversos aspectos de la adaptación.

Cuando supe que Disney estaba planeando una nueva versión de Alicia en el país de las maravillas, experimenté una serie de sentimientos encontrados. En primer lugar, pensé que por fin se había realizado mi sueño de ver una versión de Alicia con actores reales y una buena producción, lo cual, evidentemente, me esperanzó. En segundo lugar, dado que el título era el mismo de siempre, supuse que no se trataría más que de un refrito de la misma historia con un montaje contemporáneo, lo que no me pareció tan alentador. Eso por no mencionar que la estética de Tim Burton no es de mi completo agrado (aunque reconozco que el cabrón es un genio), por lo que todavía dudé más respecto a que la cinta me fuera a cuadrar.

El día que vi la película salí muy contento. Razones: 1) La emoción de ver una Alicia contemporánea y con tan buenos efectos adormeció mi capacidad crítica y 2) La Alicia estaba tan guapa que… bueno… adormeció mi capacidad crítica.

Ya con la mente (y todo lo demás) en frío, me fue imposible obviar algunos aspectos que definitivamente convierten a esta nueva versión de la obra de Carroll en una más entre tantas.

Del trabajo de Burton en la producción no hay mucho qué decir: simplemente impecable. La ambientación sórdida y retorcida (sin excesos), de su factura tan peculiar, le da al País de las maravillas una pinta como la merece. La Reina Roja cabezona me fascinó, así como el efecto de la aparición y desaparición del gato. De Anne Hathaway como la reina blanca no puedo decir mucho objetivamente porque la mujer también me encanta. Un poco sobreactuada tal vez, pero da la impresión de que esa era la idea. De hecho, las actuaciones me decepcionaron mucho, sobre todo la de Alicia: la chiquita está muy bonita pero es demasiado inexpresiva y no logra naturalidad en los gestos. Johnny Depp me pareció bien, pero tal vez porque este mae con cualquier cosa medio rara que haga ya lo conquista a uno.

Ahora bien, en cuanto al guión, me gustó que la propuesta se alejara de la historia original y buscara más bien complementarla. Sin embargo, el resultado fue de lo más burdo: convirtieron a Alicia en una predecible historia de fantasía épica.

En Las transformaciones del cuento maravilloso, señala Vladimir Propp:

“Podemos, en efecto, observar que los personajes de los cuentos maravillosos, sin dejar de ser diferentes en cuanto a su apariencia, a su edad, su sexo, su tipo de preocupación, su estado civil y otros rasgos estáticos y atributivos, llevan a cabo, a lo largo de toda la acción, los mismos actos”. (pp. 16-17)*.

En efecto, es clásica, por ejemplo, la historia del héroe que parte a un viaje en busca de un objeto singular que le ayudará a vencer el mal. En la Alicia de Burton tenemos una heroína, Alicia, que llega al País de las maravillas y resulta ser la elegida (anunciada por una profecía y todo) para acabar con la tiranía de la Reina Roja, para lo que necesita conseguir la espada que le permitirá vencer al Jabberwocky (dragón dientón). Desde los evangelios, pasando por los poemas homéricos, las leyendas artúricas, Juana de Arco, Tolkien, Narnia y Star Wars, las narraciones con este formato mesiánico del enviadoquelibraráalpueblodelaopresión abundan. No es un problema que lo hagan, pero sí es un problema reducir una obra maestra de la sátira y el absurdo como Alicia a este esquema tan trillado.

La trama es completamente lineal y avanza como lo haría en una típica película de fantasía reciente, dígase El señor de los anillos, Las crónicas de Narnia, La brújula dorada o cualquiera de las que han comenzado a pulular desde la pasada década, al punto de que termina con una batalla climática entre las fuerzas del bien y del mal. Aclaro que todas estas películas me gustan (excepto La brújula dorada, ver mi diatriba contra ella aquí), porque soy un enamorado incorregible de la fantasía épica, pero Alicia en el país de las maravillas, si bien puede ser muchas cosas, NO es una historia de esta índole. Ver al Sombrerero loco volando espadazos y a Alicia con brillante armadura me pareció algo totalmente fuera de lugar, que disloca la esencia de la obra original y convierte la adaptación en una historia que, con solo cambiarle los nombres a los personajes, dejaría de ser Alicia. Se trata de un excelente ejemplo de una versión cinematográfica que, al distanciarse del texto literario, termina por traicionarlo.

Linealidad, coherencia, heroísmo maniqueo, amistad cursi, batallas épicas, monstruos imponentes, espadas encantadas, bailes ridículos (porque los hay, olvidé mencionarlos antes)… en fin,  de todo lo que está de moda y le gusta al actual público meta de Disney: gente incapaz de disfrutar de una obra diferente, sarcástica, crítica y poco convencional. Y no me refiero al público infantil, porque este está respaldado por casi siglo y medio que lleva leyéndose Alicia sin ninguna queja. 

* Propp, Vladimir. Las transformaciones del cuento maravilloso. Buenos Aires: Rodolfo Alonso Editor. 1972.Traducción de Hugo Acevedo.