Soy más de DC que de Marvel. Con todo, Iron Man, Hulk, Capitán América y Thor son casi tan parte de mi infancia como Supermán, Batman y Robin, la Mujer Maravilla y demás miembros de los Súper Amigos. Además, en este momento, cualquier aficionado a las películas de súper héroes tiene que haber sido atrapado por una u otra de las taquilleras películas con que Marvel nos ha estado bombardeando.No todas me gustaron, pero Iron Man, Hulk y Los Vengadores sí me sacaron el menudo. Claro, no como las Batman de Christopher Nolan, pero sí me agradaron mucho. Ahora bien, la tercera Iron Man había despertado un gran interés en mí y de eso es que quiero hablar. Quien no haya visto la cinta, mejor no siga leyendo. Voy a contar mucho.
Comencemos con mis expectativas. El pesimismo dicta que es mejor no esperar nada, pues la esperanza se transforma facilmente en decepción. Comparto la postura, pero hay casos (muchos, la verdad) en que es imposible no esperar. Sobre todo con el cine de Hollywood, que mediante los llamados "trailers" (que yo diría que son ya una forma de arte audiovisual aparte) sabe llenarnos la cabeza de ideas sobre las películas venideras. El caso de Iron Man 3 fue especial para mí. Desde la primera Iron Man, la ausencia de El Mandarín me llamó la atención. No es que conozca mucho de los cómics del hombre de hierro, pero sí me tiré gran parte de la serie animada noventera, en la que el Mandarín era el villano por excelencia. Era el Guasón de Iron Man, por así decirlo. Pues bien, pasó una y pasó otra cinta y nada de Mandarín. En eso, un día veo en IMDB el anuncio de la futura tercera entrega. La sinopsis decía algo así: "Iron Man viaja a China para enfrentar a su archienemigo El Mandarín". Era muy poco, pero... pero... ¡EL MANDARÍN! ¡Por fin! Se habían guardado al villano más característico durante dos películas, pero por fin lo tendríamos. Poco a poco la información sobre la película fue aumentando y supimos más. Cuando se reveló que Ben Kingsley sería el actor, casi se me había olvidado que la idea original era que el personaje sería chino. En fin, con ese actorazo, había que esperar algo muy bueno. Cuando comenzaron a aparecer los pósters, la emoción no pudo más que crecer. Escogí intencionalmente la imagen para ilustrar esta entrada porque fue precisamente la que disparó mi ansiedad. El Mandarín, bien sentado y con el caso de Iron Man bajo el pie... y además, en los avances se veían las armaduras explotando, la casa de Stark siendo destruida, Pepper con un casco casi partido en la mano... Todo parecía indicar que veríamos algo así como The Iron Man Rises, puesto que, tal como le pasó a Batman, el acorazado se vería finalmente frente a un oponente que lo superaría en poder y lo llevaría al límite de su resistencia. Pues bien, con todo ese bagaje emocional me fui al cine a ver Iron Man 3.
Bueno, la cinta no me gustó. La trama me pareció más enredada de lo necesario y con un desarrollo de personajes muy mal realizado. El personaje de Stark se quiso llevar a un nuevo nivel, volviéndolo más emocional y atento, pero a mi criterio se fracasó miserablemente puesto que esto nunca resulta creíble. Los ataques de ansiedad, que se supone son consecuencia de los traumáticos eventos que el mae experimentó en Los Vengadores, son importantes solo en una sección de la cinta. Pronto los supera y, la verdad, tampoco es que alguna vez fueran tan importantes. La relación con Pepper nunca se termina de entender: ¿están mal, están bien, están más o menos? Parece que se trató de complicar las cosas entre ellos, pero al fin y al cabo nunca se percibe que haya un verdadero conflicto. Luego, lo de la obsesión de Tony con el trabajo tampoco se desarrolla adecuadamente: se supone que el mae tiene rato de no dormir y yo siempre lo vi despabilado, bien peinado, perfectamente capaz de cualquier cosa. La aparición del chiquito que lo ayuda tampoco me gustó. Resulta que a falta de armadura, Stark se puede hacer un montón de armas letales basándose en los juguetes del güila... ¬¬ Puña, yo sé que el mae es un ingeniero rajadísimo pero... pero... pero ajá. Además, el personaje del niño queda ahí, en el aire, simplemente como un paso más en la trama. Todo para que al final Tony le regale un montón de cosas.
Por momentos, algunos acontecimientos parecían chistes. Ejemplo: cuando Stark le revela a la prensa su dirección para que el Mandarín venga por él. O sea: ¿nadie sabía dónde vivía el multimillonario Tony Stark? ¿Nadie sabía donde estaba esa semejante mansión clavada en un acantilado? Hágame el favor. Segundo ejemplo: al final, Tony se somete a una operación para que le quiten el pedazo de perdigón que tiene en el pecho desde la primera película. Si el asunto era operable, ¿por qué entonces se hizo ese dispositivo que impedía que el metal le llegara al corazón? ¿Por qué no se había operado desde un principio? Ese acontecimiento me parecío tan increíblemente absurdo que pido a quienes lean esta entrada que me expliquen si fue que yo no entendí algo de las películas anteriores, puesto que me niego a creer que el asunto fuera tan fácil de resolver como una intervención quirúrgica y, en lugar de eso, el mae se haya metido ese chunche en el pecho. Y finalmente, el desenlace, en que el mae decide deshacerse de Iron Man para dedicarse a su relación amorosa también me decepcionó. No hay suficiente motivación ni desarrollo emocional de la pareja como para que el hecho tenga total sentido. Tal vez sea el niño que soy oponiéndose a que el héroe se deshaga de su poder en nombre del amor. Quién sabe. El caso es que no me gustó.
Ahora bien, lo peor: el Mandarín. Pues sí, lo que me tenía más ilusionado terminó siendo lo peor de la película. Porque resulta que el gran Mandarín, el archienemigo de Iron Man, el que según yo lo iba a llevar al límite, resultó ser solo la pantalla de otro villano. Era un actor al que vestían de amenaza medio oriental para sembrar el terror y ocultar a los verdaderos responsables de los atentados. Aclaro algo: la idea no es mala, sobre todo en la actualidad, cuando el terrorismo ha cobrado tanta importancia y está en el eje del imaginario gringo, pero ¿no podían haber evitado el uso de un personaje como el Mandarín? Creo que se tomaron tal libertad porque Iron Man y sus enemigos no son tan populares como otros personajes. Nadie haría algo así con el Guasón o con Lex Luthor, por citar dos ejemplos. Alguien me decía que hubiera sido ridículo que, en el universo realista y contemporáneo en que se ambienta Iron Man, apareciera el Mandarín clásico con sus diez anillos mágicos. No obstante, como le contestó otro compa, ese unvierso es el mismo en el que existe Thor. Y con todo, yo no pedía los anillos ni magia, con que el Mandarín hubiera sido una verdadera amenaza, un personaje sólido y real, yo me hubiera quedado callado. Pero lo que hicieron me parece inaceptable. Francamente, hasta me sentí estafado, luego de los pósters y los avances tan prometedores.
En fin, Iron Man 3 fue un taquillazo y se ganó a millones de personas. Probablemente muchos no vieron nunca la serie animada. O tal vez opinan como mi conocido, quien defendió el "realismo" del Mandarín. El caso es que yo sospecho que todo es culpa de Christopher Nolan, quien subió mucho, muchísimo, el nivel de las películas de súper héroes, por lo que después de su trilogía de Batman, todos los realizadores la tendrán muy difícil para convencernos. A mí, por lo menos.
Comencemos con mis expectativas. El pesimismo dicta que es mejor no esperar nada, pues la esperanza se transforma facilmente en decepción. Comparto la postura, pero hay casos (muchos, la verdad) en que es imposible no esperar. Sobre todo con el cine de Hollywood, que mediante los llamados "trailers" (que yo diría que son ya una forma de arte audiovisual aparte) sabe llenarnos la cabeza de ideas sobre las películas venideras. El caso de Iron Man 3 fue especial para mí. Desde la primera Iron Man, la ausencia de El Mandarín me llamó la atención. No es que conozca mucho de los cómics del hombre de hierro, pero sí me tiré gran parte de la serie animada noventera, en la que el Mandarín era el villano por excelencia. Era el Guasón de Iron Man, por así decirlo. Pues bien, pasó una y pasó otra cinta y nada de Mandarín. En eso, un día veo en IMDB el anuncio de la futura tercera entrega. La sinopsis decía algo así: "Iron Man viaja a China para enfrentar a su archienemigo El Mandarín". Era muy poco, pero... pero... ¡EL MANDARÍN! ¡Por fin! Se habían guardado al villano más característico durante dos películas, pero por fin lo tendríamos. Poco a poco la información sobre la película fue aumentando y supimos más. Cuando se reveló que Ben Kingsley sería el actor, casi se me había olvidado que la idea original era que el personaje sería chino. En fin, con ese actorazo, había que esperar algo muy bueno. Cuando comenzaron a aparecer los pósters, la emoción no pudo más que crecer. Escogí intencionalmente la imagen para ilustrar esta entrada porque fue precisamente la que disparó mi ansiedad. El Mandarín, bien sentado y con el caso de Iron Man bajo el pie... y además, en los avances se veían las armaduras explotando, la casa de Stark siendo destruida, Pepper con un casco casi partido en la mano... Todo parecía indicar que veríamos algo así como The Iron Man Rises, puesto que, tal como le pasó a Batman, el acorazado se vería finalmente frente a un oponente que lo superaría en poder y lo llevaría al límite de su resistencia. Pues bien, con todo ese bagaje emocional me fui al cine a ver Iron Man 3.
Bueno, la cinta no me gustó. La trama me pareció más enredada de lo necesario y con un desarrollo de personajes muy mal realizado. El personaje de Stark se quiso llevar a un nuevo nivel, volviéndolo más emocional y atento, pero a mi criterio se fracasó miserablemente puesto que esto nunca resulta creíble. Los ataques de ansiedad, que se supone son consecuencia de los traumáticos eventos que el mae experimentó en Los Vengadores, son importantes solo en una sección de la cinta. Pronto los supera y, la verdad, tampoco es que alguna vez fueran tan importantes. La relación con Pepper nunca se termina de entender: ¿están mal, están bien, están más o menos? Parece que se trató de complicar las cosas entre ellos, pero al fin y al cabo nunca se percibe que haya un verdadero conflicto. Luego, lo de la obsesión de Tony con el trabajo tampoco se desarrolla adecuadamente: se supone que el mae tiene rato de no dormir y yo siempre lo vi despabilado, bien peinado, perfectamente capaz de cualquier cosa. La aparición del chiquito que lo ayuda tampoco me gustó. Resulta que a falta de armadura, Stark se puede hacer un montón de armas letales basándose en los juguetes del güila... ¬¬ Puña, yo sé que el mae es un ingeniero rajadísimo pero... pero... pero ajá. Además, el personaje del niño queda ahí, en el aire, simplemente como un paso más en la trama. Todo para que al final Tony le regale un montón de cosas.
Por momentos, algunos acontecimientos parecían chistes. Ejemplo: cuando Stark le revela a la prensa su dirección para que el Mandarín venga por él. O sea: ¿nadie sabía dónde vivía el multimillonario Tony Stark? ¿Nadie sabía donde estaba esa semejante mansión clavada en un acantilado? Hágame el favor. Segundo ejemplo: al final, Tony se somete a una operación para que le quiten el pedazo de perdigón que tiene en el pecho desde la primera película. Si el asunto era operable, ¿por qué entonces se hizo ese dispositivo que impedía que el metal le llegara al corazón? ¿Por qué no se había operado desde un principio? Ese acontecimiento me parecío tan increíblemente absurdo que pido a quienes lean esta entrada que me expliquen si fue que yo no entendí algo de las películas anteriores, puesto que me niego a creer que el asunto fuera tan fácil de resolver como una intervención quirúrgica y, en lugar de eso, el mae se haya metido ese chunche en el pecho. Y finalmente, el desenlace, en que el mae decide deshacerse de Iron Man para dedicarse a su relación amorosa también me decepcionó. No hay suficiente motivación ni desarrollo emocional de la pareja como para que el hecho tenga total sentido. Tal vez sea el niño que soy oponiéndose a que el héroe se deshaga de su poder en nombre del amor. Quién sabe. El caso es que no me gustó.
Ahora bien, lo peor: el Mandarín. Pues sí, lo que me tenía más ilusionado terminó siendo lo peor de la película. Porque resulta que el gran Mandarín, el archienemigo de Iron Man, el que según yo lo iba a llevar al límite, resultó ser solo la pantalla de otro villano. Era un actor al que vestían de amenaza medio oriental para sembrar el terror y ocultar a los verdaderos responsables de los atentados. Aclaro algo: la idea no es mala, sobre todo en la actualidad, cuando el terrorismo ha cobrado tanta importancia y está en el eje del imaginario gringo, pero ¿no podían haber evitado el uso de un personaje como el Mandarín? Creo que se tomaron tal libertad porque Iron Man y sus enemigos no son tan populares como otros personajes. Nadie haría algo así con el Guasón o con Lex Luthor, por citar dos ejemplos. Alguien me decía que hubiera sido ridículo que, en el universo realista y contemporáneo en que se ambienta Iron Man, apareciera el Mandarín clásico con sus diez anillos mágicos. No obstante, como le contestó otro compa, ese unvierso es el mismo en el que existe Thor. Y con todo, yo no pedía los anillos ni magia, con que el Mandarín hubiera sido una verdadera amenaza, un personaje sólido y real, yo me hubiera quedado callado. Pero lo que hicieron me parece inaceptable. Francamente, hasta me sentí estafado, luego de los pósters y los avances tan prometedores.
En fin, Iron Man 3 fue un taquillazo y se ganó a millones de personas. Probablemente muchos no vieron nunca la serie animada. O tal vez opinan como mi conocido, quien defendió el "realismo" del Mandarín. El caso es que yo sospecho que todo es culpa de Christopher Nolan, quien subió mucho, muchísimo, el nivel de las películas de súper héroes, por lo que después de su trilogía de Batman, todos los realizadores la tendrán muy difícil para convencernos. A mí, por lo menos.