domingo, 25 de enero de 2009

... por eso, hubiera sido mejor no hacer películas de La Materia Oscura


La Materia Oscura (His Dark Materials) es una trilogía de libros de fantasía del autor inglés Phillip Pullman. La saga, aunque se puede colocar en el mismo género de, tal vez, Las Crónicas de Narnia, no es lo que se pueda decir una novela para niños. Su protagonista, Lyra, se presenta desde el primer libro como una niña problemática, que fuma, toma y comete infinidad de travesuras y desacatos a la autoridad. No es que yo sea un moralista, sino que además de eso, La Materia Oscura posee una fuerte dosis de reflexión teológico filosófico antropológica que no puede ser comprendida a cabalidad por una mente infantil. En realidad, la postura del texto es firmemente ateista y arreligiosa: Dios simplemente no existe, es un engaño perpetrado por un ángel que, cuando se dio cuenta de que existía, vio muy conveniente auto proclamarse el creador del universo, y se presentó a los seres humanos como su Dios, Señor al que tenían que rendir culto. El origen de cuanto existe es una sustancia llamada "polvo", que fluye a través de los seres y los objetos, y el cual dota a los seres humanos de la racionalidad. El universo en cuestión no es unitario, sino que está dividido en una infinidad de mundos paralelos. Los villanos de turno son la Iglesia Católica y sus similares de los otros mundos (El Magisterio, en el caso del mundo del que procede Lyra). Las autoridades religiosas aparecen como déspotas, asesinos y desvergonzados que mantienen al mundo bajo su control mediante las mentiras sobre Dios y la noción del bien y el mal, y que no dejan de cometer atrocidades, como matar niños, en pro de conseguir sus fines.

¿Qué inconveniente hay en que los niños lean una obra como esta? No quiero que se piense que estoy en contra del ateísmo ni que apoyo una organización como la Iglesia Católica, sin embargo, considero que la obra es en extremo compleja como para que un niño, al menos uno menor a los doce años, la pueda consumir adecuadamente, sin las confusiones y enredos que una trama como esta le pueda producir.

Dicho esto, hablemos de la(s) película(s). El primer libro fue llevado al cine por New Line Cinema en 2007. Todo parecía señalar que se trataba del principio de una nueva gran trilogía de fantasía, que tal vez seguiría los pasos de las excelentes adaptaciones de El Señor de los Anillos. Tras haber visto la primera adaptación, uno podía fácilmente caer en la cuenta de que no sería así. Aunque los efectos especiales, las actuaciones y las ambientaciones llenaron mis espectativas, la adaptación del guión no conseguía emular la atmósfera aventurera y desafiante del libro y parecía una sucesión de acontecimientos unidos por un hilo conductor casi inexistente. Los personajes no se desarrollaron adecuadamente, no hubo profundidad en sus caracteres y tras apenas 113 minutos la cinta terminaba en un final abrupto y forzado. El caso es que, tratándose de una trilogía, podíamos esperar que las cosas mejoraran en las siguientes entregas. Aunque era difícil, nada costaba mantener la esperanza. Hoy, más de un año después del primer estreno, ni siquiera existen noticias oficiales del futuro de la serie. Tomando en cuenta que la protagonista es una niña de aproximadamente doce años, no se puede pretender que siga siendo la misma mientras a la compañía se le ocurre qué va a hacer. Esto, aunado a toda la serie de consideraciones obvias que supone un silencio tan prolongado, nos da a entender que la saga se quedará para siempre en una sola película.

¿Qué pasó? Pues en realidad, es muy fácil de comprender. La Materia Oscura es una saga controversial hasta decir basta, la cual ha sido atacada en múltiples ocasiones por organizaciones religiosas (a quienes ella misma ataca). Una historia de esta naturaleza no se puede dar al gran público sin dificultades. Aunque los libros se hayan publicado y hayan sido todo un éxito, una película tiene muchísima más publicidad y difusión, máxime si se trata de algo supuestamente orientado a los niños. Sinceramente, me parece que New Line Cinema no supo en lo que se estaba metiendo al aceptar rodar las cintas, y creyó que se trataba de una historia inofensiva, cargada de magia y fantasía que conquistaría a miles de niños y jóvenes. Hacer una película de La Materia Oscura solo se podría si se orientara a un público adulto, para evadir a quienes digan que se quiere envenenar la mente de los pequeños, pero esto no dejaría tanto como si se masifica para el público infantil (juguetes y demás parafernalia incluída). De esta manera, todo se resume en dinero: la película no recaudó lo que se esperaba, lo cual, en parte, se puede deber al boicot organizado por la comunidad religiosa (dígase cristiana); las hipotéticas secuelas, cuyos libros base están llenos de alusiones y críticas a la religión organizada aún más directas, serían atacadas con más fuerza, lo cual dejaría aún más pérdidas a la prestigiosa New Line. En síntesis, no es rentable realizarlas, por lo que, gracias a una ligereza al considerar lo que se estaba tratando de producir, se cometió una aberración tal como dejar una trilogía en solo su primera parte, en lo que se puede considerar una falta de respeto a la obra literaria original, a su autor y a los miles de lectores que a nivel mundial hemos disfrutado de su obra y que quisiéramos verla adaptada a la pantalla.
Todo por plata, como siempre. Por eso, hubiera sido mejor no hacer películas de La Materia Oscura.

lunes, 12 de enero de 2009

El extraño caso de Tarja Turunen y Anette Olzon...


Valga el intento de parodia del título de Stevenson para comentar un suceso que, aunque ya es noticia vieja, viejísima, sigue motivando intrigas y pidiendo explicaciones dentro de esta revuelta cabeza mía.

Primero que nada ¿Qué es Nightwish? Bueno, Nightwish es una banda finlandesa de metal... sinfónico... gótico... orquestal... ¿¿?? bueno, la cosa es que tocan un particular estilo de metal que incorpora arreglos orquestales y corales, lo que le da un aire majestuoso y hasta pomposo a ratos.

El primer disco de la banda vio la luz en 1996 y se llamó "Angels Fall First". Un buen disco que presentaba un sonido todavía crudo y sin pulir, pero que vaticinaba grandes cosas en el futuro. La voz de Tarja Turunen, soprano encargada de las voces principales, se convirtió desde el principio en el atractivo principal, por su fuerza y naturaleza operística. Se notaba que le muchacha sabía lo que hacía. Igualmente, el ensamble instrumental presentaba una propuesta interesante e innovadora en aquel tiempo, pues no era tan común, salvo por excepciones como Theatre of Tragedy, escuchar bandas con este tipo de instrumentación. Los teclados, emuladores legítimos del sonido orquestal, llenaban de forma sorpredente, llevando la batuta de las composiciones. Aún así, la guitarra, elemento primordial del metal, no quedaba resagada, y aportaba gran peso en los riffs y los solos, tal vez no impresionantes, pero muy aceptables y disfrutables. En la percusión, se notaba un gran amarre y un adecuado balance entre peso, velocidad y agilidad.

Digo que el disco sonaba crudo, porque si bien resulta muy agradable al oído y se disfrutan muchísimo canciones como "Beauty and the Beast" y "The Carpenter", es notorio como falta aún experiencia en la mezcla y masterización, pues por momentos se escucha una atmósfera vacía, o más bien, hueca. Así mismo, la utilización de la voz del tecladista Tuomas Holopainen nunca me pareció acertada, pues su voz simple y sin fuerza es arrasada por la de Tarja. De una u otra manera, era su primer disco, tal vez no alcanzaron los fondos para contratar un vocalista masculino... qué sé yo.

El segundo disco de Nigthwish, "Oceanborn", aparece en 1998 y, a mi juicio, marca el verdadero despertar de la banda y la creación del sonido que la caracterizaría en adelante. Desde los primeros acordes de "Stargazers", el album anuncia todo lo que vendrá: todo un despliegue de buen metal y arreglos pseudo orquestales, en un balance, a mi gusto, no alcanzado por ningún otro grupo de metal hasta el momento. Los ritmos rápidos de la batería (incluído el infaltable doble bombo), las guitarras distorsionadas y el bajo (que por primera vez tuvo un ejecutante propio en la banda), estaban ahí, tan presente como los teclados y las voces líricas. Devil and the Deep Dark Ocean, Sacrament of Wilderness, Moondance... las buenas canciones se suceden unas a otras y el disco se convierte en algo que uno quiere escuchar una y otra vez. Como decía en un principio, Nightwish se encontró con su sonido, con su firma, y comenzó a despertar realmente como banda.

El tercer disco fue la cereza del pastel. Si en "Oceanborn" Nightwish había descubierto su sonido y lo había explotado adecuadamente, en "Wishmaster", publicado en 2000, llevó ese sonido a un nivel aún más alto. Lo que se había creado recibió ahora un perfeccionamiento y la banda parecía nadar en su propia tinta. Para mí, fue el mejor trabajo de los finlandeses, pues continuaron con la fórmula ya descubierta, pero aplicándola en canciones aún más fluídas y coherentes donde, una vez más, las voces líricas y los teclados sinfónicos se amalgamaban perfectamente con las guitarras eléctricas y la batería. No hay fallas. Ritmos saltarines y eufóricos, fraseos fluidos y hermosos pasajes épicos, contundencia... nada le hace falta. "She's my Sin", "The Kinslayer", "Wanderlust"... son verdaderos clásicos del metal sinfónico o neoclásico o como se le quiera llamar. Ni hablar de la inolvidable "Wishmaster", que no por nada le da nombre al disco.

Ahora, luego de la alabanza y la chupada de medias, comienza la caída. "Century Child" fue el comienzo del fin para Nightwish. Si bien es cierto que se trata de un disco bien trabajado, contundente y muy elaborado, la susodicha fórmula comenzó a agotarse. Las canciones se vuelven lentas y monótonas. Del todo se pierden aquellos pasajes rápidos, casi caóticos, que hacían de Nightwish una banda divertidísima de escuchar, con un sonido refrescante y renovado. En mi opinión, el principal problema es que la banda comenzó a abusar del elemento sinfónico-orquestal y dejó un poco de lado la escencia metalera que había permanecido intacta en sus anteriores trabajos.

La única canción del "Century..." que mantiene la escencia original es "The End of All Hope", que sí ofrece un gran peso y variedad de ritmos. Aquí Emppu Vourinen, guitarrista, vuelve a agraciar el ensamble con sus pasajes agudos y hasta con un solo. Sin embargo, otros temas como "Dead to the World" y "The Phantom of the Opera", aunque son buenos temas, parecen fabricados ya bajo otra óptica. En primer lugar, comienza a aflorar Marco Hietala, nuevo bajista. en cuya voz la banda, a partir de entonces, depositó gran confianza. Para mi criterio, fue un error, y no porque Marco cante mal, en realidad que posee una voz muy interesante, pero no para una banda como Nightwish. Sus chillidos y gritos solo nos hacen desear que Tarja comience a cantar de nuevo. Estas canciones poseen buena velocidad y entretienen, pero están compuestas siguiendo modelos mucho más simples de coro-estribillo-coro, que las vuelven repetitivas y terriblemente predecibles.

Pues bien, si el "Century Child" comenzó a anunciar un cambio en el sonido de Nigthwish, el "Once" significó su fin como una buena banda. El metal ya no parece el género donde enmarcar a nuestros amigos. Yo optaría más bien por el pop rock, y si quieren, con influencias góticas. Las canciones son planas, sencillas, con coros pegajosos y casi bailables. Si bien el grupo recuperó algo de la precensia de las guitarras y la escencia metalera, esta parece adecuada a simpatizar a un público joven, que no quiere internarse mucho en el mundo de la música extrama. La voz de Tarja se utilizó de una manera mucho menos lírica y la de Marco obtuvo más precensia aún que en el "Century...". Una canción como "Nemo" (que me encanta, lo aclaro) parece prefabricada, como hecha para agradar, para que se escuche y se diga "Ay que linda canción".

No me deja mentir, en cuanto a la simplificación del sonido de la banda, que este disco fue el pegue comercial de Nightwish. Aparecieron en Mtv, en Vm Latino, en Conexión Tv... en montones de emisoras de radio... de pronto todo el mundo, metalero o no, conocía y gustaba de Nightwish. Se convirtieron en un segundo Evanescense... lo cual ya es decir mucho de su decadencia.

Pues bien, luego del "Once" ocurrió el suceso que más me interesa comentar (sí, todo lo anterior fue introducción, jaja). Aparece el disco en vivo "End of an Era" y se comunica la expulsión de Tarja Turunen de la banda. ¿Cómo? Pues sí, Nigthwish prescindía de su símbolo, de su "front-woman", pero no se resignaba. Los miembros restantes afirmaban pretender seguir adelante y encontrar una nueva cantante. Mucho tiempo después, ya olvidé cuánto la verdad, pero fueron como dos años, aparece la noticia: Nightwish tiene nueva cantante, su nombre es Anette Olzon... ok, nadie sabía quién era, pero la espectativa era enorme. Se publican algunos demos para que los seguidores conociéramos un poco la voz de Anette, pero estos no eran suficientes. Hacía falta el nuevo disco... y este por fin llegó... ¡Pero por el diablo, qué era aquello! Nada qué ver... el grupo volvió a sumirse en sus barroquismos del "Century..." pero ahora mucho peor, pues tenían en frente a una cantante de pop. Eso es Anette, al menos comparada con su predecesora. Era risible que Nigthwish pretendiera sustituir a una soprano como Tarja con ella, pero así era. Las causas pronto fueron esclarecidas: Según Tuomas, la banda buscaba alcanzar mucho más público, lo cual no era posible con una voz tan compleja y seria como la de Tarja. En seis palabras: Nightwish se vendió y lo reconoció.

Dark Passion Play es como un revoltijo del "Century..." y el "Once". Mientras una canción (digamos... "The Poet and the Pendulum") resulta intricada, densa, larguísima (y no es cuento, dura casi catorce minutos), otra (digamos, "Bye, bye Beautiful") es pegajosa, simple, de viaje hecha para encantar al escucha desde el primer momento. Incluso, el album incluye una canción practicamente clonada de una del Once. Hablo de "Amaranth", que a nivel estructural es idéntica a "Nemo": entrada de piano, versos con ritmo marcado, coro pegajosísimo (así como para que todas las quinceañeras que se creen metaleras se lo aprendan), solito y final épico, orquesta incluída.

Pues sí, ya se habrán dado cuenta de que el disco me decepcionó gravemente, pero el caso no es ese. El caso es que, sinceramente, el cambio radical, aunque aún paulatino, del sonido de Nigthwish, se me hizo, y se me sigue haciendo, terriblemente sospechoso. Me baso en las siguientes consideraciones. A partir del "Century..." el grupo comienza una campaña de suavización de su música. Tocan más sencillo, sin complicarse y exigiendo cada vez menos la voz de Tarja. Luego, tras el éxito inédito del "Once" y la gira correspondiente, tiran el concierto "End of an Era" y echan a Tarja... ¿No resulta sospechoso que titularan de esa manera el concierto?

Ahora, tiempo después, me puse a ver unos videos de Anette cantando canciones viejas de Nightwish y descubro que, al menos por el material que hay grabado, la mujer solo se manda con "Nemo", "Wish I had an Angel" y demás canciones del Once. Su voz calza muy bien en estas piezas... lo cual es comprensible, recordando que ya en ese disco Tarja trabajó como a media máquina. Que yo sepa, o que esté documentado, Anette nunca ha cantado The Kinslayer o Beauty and the Beast. Todo parece indicar que el Once fue un disco con el que Nigthwish solo fue preparando el terreno para la venida de la próxima cantante, cuyas características ya tenían muy bien definidas. No querían otra soprano, sino una cantante más "accesible", que pudiera cantar algunas de las canciones del Once, como para no dejar de lado sus "hits" más recordados, los que les dieron la fama, y que introdujera un cambio radical con su actuación en el nuevo disco.

Por otro lado, tras su salida de la banda, Tarja se manda solita y tira un disco cuyo primer sencillo tiene un título harto sospechoso también: "I Walk Alone"... yo voy sola... ok, claro, porque ya se fue de Nightwish... quienes tiran una pieza titulada "Bye, bye beautiful"... ¿Un duelo con títulos de piezas en lugar de balas? Parece, pero lo peor es que este asunto podría perfectamente haber sido planeado. Es inegable que tanto para Nightwish como para Tarja, el corte de relaciones fue provechoso. Por un lado, Nightwish se abrió a un mercado mucho mayor. Muchos de sus seguidores les siguieron siendo fieles, y otros muchos se sumaron a la lista atraídos por el cambio. Por otro lado, Tarja se llevó a quienes le fueron incondicionales desde un principio y la defenderán por siempre.

¿Qué quiero decir con todo esto? Pues, que la verdad, yo no me trago tan fácilmente el cuento ese de que Tarja ya era muy concha con sus compañeros de grupo y que por eso mejor la echaron... me parece que pudo tratarse de un procedimiento intencional por ambas partes, en pro de aumentar las ganancias y la fama. Procedimiento que se trajo abajo uno de los más interesantes fenómenos que el metal dio a finales de los noventa y principios del nuevo milenio. Lástima, será seguir escuchando aquellas tres joyas que Nightwish produjo cuando lo que les interesaba era realmente hacer música.

Si ofendo a seguidores del nuevo Nightwish o de Anette, me disculpo, simplemente expreso mi opinión. Y además, aclaro que de música no sé absolutamente nada, así que cualquier mal uso de un término o sandez dicha, la disculpan. Insisto, solo expreso lo que pienso de la mejor manera posible.