martes, 17 de noviembre de 2009

Lecturas del 2009: Laforet, Carmen. Nada.


Aunque he tenido varias ideas para escribir en el blog, se me ocurrió hablar un poco de algunos libros que leí en este año 2009 y la forma en que me marcaron, ya sea positiva o negativamente. El primer turno le toca a Nada, de la catalana Carmen Laforet.

Nada ganó el premio Nadal (sí, la similitud del nombre también me hizo gracia) de novela en 1944. Se trata de la historia de una joven, Andrea, que se hospeda en casa de unos parientes para estudiar letras en Barcelona. El camino de la estación del tren hasta la calle Aribau lo hace llena de ilusiones, pero el desencanto aguarda a las puertas mismas de la casa: suciedad, violencia, adulterio, oscuridad, locura... un sin fin de desgracias esperan a la estudiante, que trata de crear una burbuja dentro de la cual aislarse de ese mundo. Muy simbólica resulta un pasaje en que se mete a la ducha y evita tocar las paredes que la rodean, como deseando que el agua la haga inmune a tanta cochinada.

Conforme el texto avanza se notan los intentos de Andrea por dejar atrás el agobio de su hogar, no solo representado por la casa asquerosa y la familia conflictiva, sino también por el peso de la tradición católica encarnada en su tía Angustias, quien trata de reprimirla mediante un régimen de control que le impone no salir de la casa a menos que sea con ella, no mirar a la gente, rezar todos los días, etcétera. Andrea trata de liberarse con sus amigos de la universidad, saliendo con ellos y asistiendo a actividades que ellos mismos organizan. Sin embargo, el desencanto se hace presente una vez más: Andrea no pertence al mundo burgués de sus amigos, por lo que no puede amoldarse a sus exigencias.

La novela se acerca a la corriente existencialista imperante en su época. El desencanto perenne que vive Andrea y su final abandono de la situación familiar para buscar un nuevo norte personal remiten a la noción del absurdo y la individualidad del existencialismo. En el pesimismo y la incapacidad de mejoría que impregnan la obra entera se percibe también la desolación moral de la España de posguerra.

A nivel personal, me fasinó la manera en que la narración consigue que cada desencanto de Andrea sea también del lector, pues es sofocante ver que cada intento por salir adelante termina en una nueva decepción. La sensación de claustrofobia y asco se mantiene viva durante toda la novela, no solo motivada por la atmósfera costrosa y oscura de la casa de la calle Aribau, sino también por la personalidad hermética y amoral de cada uno de sus habitantes.

El círculo de amigos de Andrea, los bohemios del taller de pintura y su mejor amiga Ena, resultan excelentes cuadros humanos, llenos de aspiraci0nes y sueños pero sumidos en una realidad absurda que les dificulta cualquier intento de superación. Me pareció particularmente curioso el caso de Iturdiaga, aspirante a escritor, que no consigue que su padre millonario le costee la publicación de su novela. La condición acomodada del muchacho le ha permitido escribir, pero la visión materialista de su padre no le permite dar al mundo su creación. Toda una paradoja respecto a la inutilidad del dinero que se hace viejo guardado en el banco.

Me resultó sumamente conmovedor el pasaje en que Andrea asiste a un baile en casa de Pons. El ambiente burgués, encopetado, de ropa fina y glamour, le queda demasiado grande a la joven, por lo que termina, como siempre, huyendo del lugar. No solo se desvanecieron sus altas espectativas sobre el evento, sino también las que tenía sobre Pons, a quien ella llama su "primer pretendiente". La inmadurez del joven queda en evidencia cuando es incapaz de reclamar a su familia por los desprecios que le dirige a Andrea, a pesar de mostrar a la vez que siente cariño por ella.

En síntesis, Nada es una novela muy bien configurada que obliga al lector a encontrarse de frente con una horrenda realidad, que pareciera prometer grandes cosas a ratos, pero que se revela cruenta y hostil una y otra vez. Una lectura de las que me gustan, que muestra a los seres humanos tal cual son, tan llenos de virtudes como de defectos y capaces tanto de la más sincera ternura como del más cruel desprecio.

Si a alguien le interesara leer más sobre esta novela, recomiendo el siguiente enlace, con un análisis mucho más largo y exhaustivo que el mío.

http://erudicion.blogspot.com/2007/03/volver-leer-nada-de-carmen-laforet.html

martes, 30 de junio de 2009

Sobre Resident Evil 5 (y toda la saga en general)



Quien no haya jugado la saga de Resident Evil y tenga la intención de hacerlo, mejor abstengase de leer lo siguiente; le podría arruinar muchas sorpresas.

Ya no puedo decir que soy un videojugador, porque he dejado las consolas muy de lado, pero el caso es que sí fui un videojugador en algún momento de mi vida, y uno de los juegos que más gocé jugando fue Resident Evil. Debo reconocer que no comencé desde el principio: nunca tuve un PSX, por lo que mi primer contacto con Resident fue la versión que sacaron para el N64 de el segundo juego de la saga.

El juego me impresionó desde el principio. Era algo totalmente diferente a lo que yo estaba acostumbrado a jugar. Ya Silent Hill había pasado frente a mis ojos, pero Resident tenía algo especial. Era tan distinto que he de admitir que en un principio me aburrí y le perdí el gusto, por lo difícil que me resultó. El miedo que daba jugarlo también influyó en mi primer rechazo. A veces hasta me costaba dormir por las noches tras haber jugado un rato prolongado. Sin embargo, la historia de Leon y Claire, que llegan a Racoon City en el peor momento (cuando la ciudad recién se ha infestado de zombis hambrientos) era muy absorbende y una vez se había superado el impacto inicial, el juego se volvía adictivo; definitivamente no creo que alguien pueda comenzarlo y dejarlo sin terminar. En total, lo he terminado unas quince veces, y aún no creo que lo haya jugado por última vez. Razones para jugarlo tanto, hay muchas: además de que el juego en sí es excelente (buena historia bien contada, excelente jugabilidad, gráficos y sonido impresionantes para la época), el paquete era más grande de lo que parecía: uno tenía dos personajes a elegir, Leon y Claire, y al terminar el juego con uno, tenía la oportunidad de volverlo a jugar desde la perspectiva del otro. O sea, uno podía tener la historia completa, lo que le pasó a ambos personajes. Y no solo eso, la cosa cambiaba al comenzar un nuevo juego con el otro personaje: si en la primera vuelta uno jugó con Leon e hizo la segunda parte con Claire, puede vivir una nueva versión de la historia si comienza con Claire y termina con Leon. En este momento no recuerdo otro título que ofrezca tantas posibilidades (Creo que el Alone in the dark de PSX tenía algo así, pero nunca lo jugué como para comprobarlo). Se trata de cuatro finales, pero no solo eso: son cuatro formas diferentes de experimentar la trama entera, no solo el final. Este juego, junto con su predecesor, instauró lo que serían las características clásicas de la saga: el ambiente claustrofóbico, la atmósfera terrorífica y desesperante, la angustia por la limitada cantidad de ítemes que se pueden cargar, las escasas balas y medicinas y, por supuesto, los abundantes y terroríficos zombies. Así mismo, el juego explota un recurso que, aunque lo he visto en muchos otros juegos, en ninguno me ha parecido tan efectivo: los sustos. En determinado momento, al pasar por un pasillo con ventanas en medio de un aplastante silencio, de pronto los vidrios se rompen violentamente y entran un montón de zombis dispuestos a comernos. La sorpresa y el manejo del sonido, así como de la música, hacen que el corazón se le quiera salir a uno del pecho y que hasta necesite unos minutos para recuperar la calma. El ejemplo que puse es hipotético, hay muchas clases de sustos en Resident y en todos uno brinca y quiere soltar el control. Esos momentos lo hacían a uno desconfiar siempre de las partes en que no había música y el sonido se reducía a ese insoportable silencio; era signo de que algo probablemente iba a pasar y no iba a ser agradable. Eso, en mi opinión, eso se llama crear una atmósfera de mucha calidad, y hasta muchas películas fallan en ello mientras que Resident Evil sí lo lograba.

Quien vaya leyendo hasta aquí se preguntará por qué tanto dato de RE 2 si el título señala que hablaré del 5. En efecto, así será, pero lo que quiero comentar de la última entrega de la saga no sería posible sin lo que hablé de la segunda.

Luego del 2, jugué todos los demás títulos de la saga principal: Resident Evil 3: Nemesis, Resident Evil: Code Veronica, Resident Evil 0 y Resident Evil 4. El primero, Resident Evil, lo jugué solo una vez en su versión original para PSX, por lo difícil que era ya conseguir un ejemplar, pero luego tuve la oportunidad de vivirlo en el excelente refrito que hizo Capcom para el GameCube de Nintendo. Se trata de un juego genial, que también daba la oportunidad de jugar con dos personajes y darle la vuelta al juego cuatro veces obteniendo distintas situaciones durante la trama y al final. La atmósfera era la misma: asfixiante y angustiosa hasta más no poder. El 3 me pareció un poco desmerecedor de su antecesor, pues aunque la presencia de Nemesis aportaba mucha intensidad y el juego en sí entretenía muchísimo, se perdía esa magia de tener dos personajes con los cuales poder jugar el juego entero, así como la profundidad de las tramas anteriores. Punto a favor era la jugabilidad: los movimientos que se podían realizar con Jill eran muy inovadores y daban un aire fresco a la saga, que nos tenía acostumbrados a disparar y simplemente recibir mordiscos de los zombies cuando se nos acercaran demasiado. Code Veronica fue bastante bueno. No aportaba mucho (los movimientos especiales del 3 fueron eliminados, excepto el giro rápido de 180 grados), pero la historia era tan envolvente como en las primeras ocasiones y, aunque no existía la posibilidad de jugar de jugar el juego de nuevo para obtener nuevas escenas, la duración del mismo era suficiente como para sentirse satisfecho una vez se terminaba. Resident Evil 0, por su parte, también me encantó: era interesante ver la historia del Bravo team, que en RE1 se mencionaba como desaparecido. Así mismo, la ténica de usar dos personajes a la vez y tener que ponerlos a colaborar resultó realmente genial; se trató de una gran inovación y un soplo de aire fresco.

Ahora bien, con Resident Evil 4 comenzó la debacle. No quiero que se me malentienda: RE4 es un juego excepcional. En realidad, me parece que es el juego más entretenido que he jugado en mi vida. Dinámico, intenso, emocionante, adictivo, con un excelente nivel técnico, tanto en gráficos como en sonido... en fin, una maravilla del entretenimiento digital. Sin embargo, existe un grave problema con ese juego: en el sentido estricto, ya no es un Resident Evil. Desde el final de Code Veronica, donde Chris asegura que el siguiente paso es destruir Umbrella de una vez por todas, siempre estuve esperando ese título que presentara la historia de como los sobrevivientes del desastre de Racoon City y quién sabe quiénes más, se enfrentaran directamente a Umbrella. Sin embargo, en RE4, desde un principio, se nos asegura que Umbrella ya dejó de existir, dada la crisis económica que la llevó a la quiebra por los rumores de su relación con los hechos de Racoon. Entonces, me pregunté yo al leer ese texto que introducía el juego, ¿de qué rayos va a tratar este, si no es de la lucha contra Umbrella? Pues bien, resultó que Leon, luego de lo que vivió en RE2, se convirtió en agente del gobierno y es enviado a Europa a buscar a la hija del presidente de EEUU, que fue raptada. En su búsqueda, se encuentra con una extraña organización religiosa que utiliza un virus extraído de fósiles, conocido como "Las plagas", el cual convierte a los infectados en energúmenos, hasta que finalmente los mata, generando en su lugar una extraña criatura insectoide. Como puede notarse, nada que ver con la historia original. Pero no solo la historia cambió: aunque la jugabilidad es excelente, es diametralmente distinta a la de los RE anteriores ya no existe la sensación claustrofóbica ni la constante aparición de puzzles, característica primordial de los anteriores. Desaparece la exploración exaustiva de los escenarios, que antes era necesaria para lograr avanzar. El juego es sumamente lineal y se concentra por completo en la acción. En realidad, salvo algunas partes muy cortas, ni siquiera da miedo. De hecho recuerdo claramente cuando, al estar jugando, un primo que había visto conmigo todos los RE anteriores me dijo: "Pero JuanPa, eso no parece un Resident... parece un juego de guerra común y corriente". No hay mejor frase para explicar el asunto. RE4 parece más un shooter que un survival horror. En realidad, es un shooter, solo que se quiere uno engañar por que se llama Resident Evil. Un aspecto poco acertado me parece el hecho de que uno se pase casi todo el juego matando gente que, salvo por su agresividad, parece perfectamente normal. Es que la verdad, ¿qué es Resident Evil sin zombis? No me resisto al cambio, pero es que hay cosas que no deben cambiar, es como que de pronto Slayer deje de tocar thrash. Tal vez podría hacer muy buena música en otro género o sub género, pero ya no sería Slayer, y Slayer, al ser Slayer, debe seguir siendo Slayer. Resident Evil 4 es un gran juego, pero no es un Resident Evil.

Ahora, ¿qué pasa con el 5? Ayer mismo tuve la oportunidad de jugarlo completo y pues el hecho es que mantiene exactamente la misma línea del 4. La jugabilidad es exactamente igual y, una vez más, los enemigos no son zombis, sino personas normales medio locas por un virus que al final termina saliéndoseles en forma de aberraciones horribles. Una vez más, no se me malinterprete: es un juegazo, y se pasa un tiempo maravilloso jugándolo. Como punto a favor debo resaltar que regresa la forma cooperativa del RE0, aunque un poco distinta, más ágil, tal vez. Además, la presencia de dos personajes permite que dos personas cooperen en el juego y lo ganen de esa manera, lo cual también me pareció excelente. Sin embargo, insisto, eso ya no es Resident Evil.

Este blog se ha convertido cada vez más en un espacio donde denuncio a las compañías creadoras de material de consumo masivo que se empeñan en generar ganancias dándole a su público productos empaquetados de forma impecable, pero que carecen por completo de contenido. Esta no es la excepción. Para mi, luego de que Racoon City fue destruída en RE3 y que Chris afirmara que ahora se encargaría de destruir Umbrella en Code Veronica, el único futuro de RE era la culminación. Un juego (o dos, lo concedo) en que se mostrara la batalla final entre los sobrevivientes a las infestaciones y la malvada compañía farmacéutica. ¿Era muchoo pedir? Claro que sí, ¿por qué? Pues porque una mina de oro como Resident Evil debe perpetuarse hasta lo infinito con tal de que siga produciendo, así sea mediante secuelas forzadas y absurdas en las que apenas se nos cuentan historias generadas a partir de la original.

Atrás quedaron los días en que poner Resident Evil en la consola significaba estar a las puertas de una obra de arte: una historia ingeniosa y envolvente, una narración intrigante, una atmósfera tétrica y una jugabilidad excepcional. Con nostalgia, desempolvo mi vieja copia de Resident Evil 2 y me preparo a ganarlo una vez más, con la seguridad en el corazón de que otro juego como ese ya no se repetirá.

domingo, 8 de marzo de 2009

Ocupado lector

Desgraciadamente, lo que me acercó al Quijote fue la obligación. En el colegio se suponía que tenía que leerlo. Recuerdo que leí algunas páginas, tal vez algunos capítulos, pero nada más. Tiempo de negligencia por la lectura fue mi etapa de colegial. Años después, ya en la carrera de literatura, el curso Literatura Española del Siglo de Oro me puso en la obligación de leerlo nuevamente y nuevamente leí una mísera parte del texto: más o menos hasta el capítulo XXV de la primera parte. De todas maneras, en un curso como ese, con todo lo que hay que leer, es imposible profundizar siquiera un poco en una novela como el Quijote. Para lograr algo, aunque poco, se necesita, mínimo, un curso entero. Mi deseo se hizo realidad cuando me di cuenta de que este año se abriría un curso optativo llamado "El Quijote y la Novela Moderna". De entrada el profesor lo dijo: había que leer la novela de cabo a rabo. En este momento voy por el capítulo XX de la segunda parte, de modo que parece que, a menos que me muera, me vuelvan a robar el libro (un día de estos me asaltaron y se llevaron mi bulto con varios libros, entre ellos mi ejemplar de la obra cervantina), me enferme, quede ciego, caiga un meteorito, se muera alguien cercano o quién sabe qué otro suceso extraordinario ocurra, esta vez sí llegaré hasta la última página. Paradójicamente, a pesar de todo lo que ya he leído, me interesa comentar la frase que abre el texto: "Desocupado lector".

Quién sabe qué pensaría Cervantes cuando escribió el Quijote. La opinión general asegura que su intención era parodiar las novelas de caballería, para bajarlas del pedestal donde las tenía subidas la comunidad lectora. Todo parece apuntar a eso, pero ¿no ha notado nadie que cuando el cura y el barbero revisan la biblioteca de don Quijote, el narrador insiste en señalar al ama como una energúmena ciega y al cura y al barbero como dos perezosos que condenaron al fuego algunos libros que no lo merecían? Así mismo, la parodia es un arma de doble filo pues, si bien al parodiar se rebaja lo parodiado, se le hace a la vez propaganda por usar sus mismas formas. Tal vez Cervantes no lo consideró así. O tal vez sí.

Otros sostienen que Cervantes quiso producir un texto como no existía otro, lo cual de hecho logró. La revolución literaria que el Quijote provocó fue grave: la primera novela en el sentido moderno de la palabra, ni más ni menos.

¿Tendría el manco de Lepanto la intención de renovar la literatura? ¿Querría simplemente burlarse de la caballería andante? ¿Tendría alguna intención, después de todo? Es difícil afirmar algo sobre un libro escrito hace cuatrocientos años. Lo que tal vez sí sea un hecho es que Cervantes jamás pensó que su libro seguiría siendo leído, comentado y adorado tanto tiempo después.

Es curioso, entonces, que las primeras palabras del prólogo a la primera parte traten a su lector de "desocupado". Yo me acerqué al Quijote por obligación, pero mi deseo personal de estudiar toda la literatura posible me hubiera llevado a él tarde o temprano. Así, la lectura de tamaño texto no hubiera sido una forma de distraer mi "desocupación", sino que yo me hubiera ocupado en leerlo. Pero claro, en tiempos de Cervantes, la literatura pocas veces se veía como un objeto de estudio por sí misma, y las más de las veces pasaba por un medio ya fuera de adoctrinamiento o de simple esparcimiento. Jamás imaginó él que su novela sería analizada a fondo en universidades de todo el mundo.

Definitivamente, que lo llamen a uno "desocupado lector" al abrir el Quijote parece una broma de mal gusto. Tal vez Cervantes ni se lo imaginó. O tal vez sí.

domingo, 25 de enero de 2009

... por eso, hubiera sido mejor no hacer películas de La Materia Oscura


La Materia Oscura (His Dark Materials) es una trilogía de libros de fantasía del autor inglés Phillip Pullman. La saga, aunque se puede colocar en el mismo género de, tal vez, Las Crónicas de Narnia, no es lo que se pueda decir una novela para niños. Su protagonista, Lyra, se presenta desde el primer libro como una niña problemática, que fuma, toma y comete infinidad de travesuras y desacatos a la autoridad. No es que yo sea un moralista, sino que además de eso, La Materia Oscura posee una fuerte dosis de reflexión teológico filosófico antropológica que no puede ser comprendida a cabalidad por una mente infantil. En realidad, la postura del texto es firmemente ateista y arreligiosa: Dios simplemente no existe, es un engaño perpetrado por un ángel que, cuando se dio cuenta de que existía, vio muy conveniente auto proclamarse el creador del universo, y se presentó a los seres humanos como su Dios, Señor al que tenían que rendir culto. El origen de cuanto existe es una sustancia llamada "polvo", que fluye a través de los seres y los objetos, y el cual dota a los seres humanos de la racionalidad. El universo en cuestión no es unitario, sino que está dividido en una infinidad de mundos paralelos. Los villanos de turno son la Iglesia Católica y sus similares de los otros mundos (El Magisterio, en el caso del mundo del que procede Lyra). Las autoridades religiosas aparecen como déspotas, asesinos y desvergonzados que mantienen al mundo bajo su control mediante las mentiras sobre Dios y la noción del bien y el mal, y que no dejan de cometer atrocidades, como matar niños, en pro de conseguir sus fines.

¿Qué inconveniente hay en que los niños lean una obra como esta? No quiero que se piense que estoy en contra del ateísmo ni que apoyo una organización como la Iglesia Católica, sin embargo, considero que la obra es en extremo compleja como para que un niño, al menos uno menor a los doce años, la pueda consumir adecuadamente, sin las confusiones y enredos que una trama como esta le pueda producir.

Dicho esto, hablemos de la(s) película(s). El primer libro fue llevado al cine por New Line Cinema en 2007. Todo parecía señalar que se trataba del principio de una nueva gran trilogía de fantasía, que tal vez seguiría los pasos de las excelentes adaptaciones de El Señor de los Anillos. Tras haber visto la primera adaptación, uno podía fácilmente caer en la cuenta de que no sería así. Aunque los efectos especiales, las actuaciones y las ambientaciones llenaron mis espectativas, la adaptación del guión no conseguía emular la atmósfera aventurera y desafiante del libro y parecía una sucesión de acontecimientos unidos por un hilo conductor casi inexistente. Los personajes no se desarrollaron adecuadamente, no hubo profundidad en sus caracteres y tras apenas 113 minutos la cinta terminaba en un final abrupto y forzado. El caso es que, tratándose de una trilogía, podíamos esperar que las cosas mejoraran en las siguientes entregas. Aunque era difícil, nada costaba mantener la esperanza. Hoy, más de un año después del primer estreno, ni siquiera existen noticias oficiales del futuro de la serie. Tomando en cuenta que la protagonista es una niña de aproximadamente doce años, no se puede pretender que siga siendo la misma mientras a la compañía se le ocurre qué va a hacer. Esto, aunado a toda la serie de consideraciones obvias que supone un silencio tan prolongado, nos da a entender que la saga se quedará para siempre en una sola película.

¿Qué pasó? Pues en realidad, es muy fácil de comprender. La Materia Oscura es una saga controversial hasta decir basta, la cual ha sido atacada en múltiples ocasiones por organizaciones religiosas (a quienes ella misma ataca). Una historia de esta naturaleza no se puede dar al gran público sin dificultades. Aunque los libros se hayan publicado y hayan sido todo un éxito, una película tiene muchísima más publicidad y difusión, máxime si se trata de algo supuestamente orientado a los niños. Sinceramente, me parece que New Line Cinema no supo en lo que se estaba metiendo al aceptar rodar las cintas, y creyó que se trataba de una historia inofensiva, cargada de magia y fantasía que conquistaría a miles de niños y jóvenes. Hacer una película de La Materia Oscura solo se podría si se orientara a un público adulto, para evadir a quienes digan que se quiere envenenar la mente de los pequeños, pero esto no dejaría tanto como si se masifica para el público infantil (juguetes y demás parafernalia incluída). De esta manera, todo se resume en dinero: la película no recaudó lo que se esperaba, lo cual, en parte, se puede deber al boicot organizado por la comunidad religiosa (dígase cristiana); las hipotéticas secuelas, cuyos libros base están llenos de alusiones y críticas a la religión organizada aún más directas, serían atacadas con más fuerza, lo cual dejaría aún más pérdidas a la prestigiosa New Line. En síntesis, no es rentable realizarlas, por lo que, gracias a una ligereza al considerar lo que se estaba tratando de producir, se cometió una aberración tal como dejar una trilogía en solo su primera parte, en lo que se puede considerar una falta de respeto a la obra literaria original, a su autor y a los miles de lectores que a nivel mundial hemos disfrutado de su obra y que quisiéramos verla adaptada a la pantalla.
Todo por plata, como siempre. Por eso, hubiera sido mejor no hacer películas de La Materia Oscura.

lunes, 12 de enero de 2009

El extraño caso de Tarja Turunen y Anette Olzon...


Valga el intento de parodia del título de Stevenson para comentar un suceso que, aunque ya es noticia vieja, viejísima, sigue motivando intrigas y pidiendo explicaciones dentro de esta revuelta cabeza mía.

Primero que nada ¿Qué es Nightwish? Bueno, Nightwish es una banda finlandesa de metal... sinfónico... gótico... orquestal... ¿¿?? bueno, la cosa es que tocan un particular estilo de metal que incorpora arreglos orquestales y corales, lo que le da un aire majestuoso y hasta pomposo a ratos.

El primer disco de la banda vio la luz en 1996 y se llamó "Angels Fall First". Un buen disco que presentaba un sonido todavía crudo y sin pulir, pero que vaticinaba grandes cosas en el futuro. La voz de Tarja Turunen, soprano encargada de las voces principales, se convirtió desde el principio en el atractivo principal, por su fuerza y naturaleza operística. Se notaba que le muchacha sabía lo que hacía. Igualmente, el ensamble instrumental presentaba una propuesta interesante e innovadora en aquel tiempo, pues no era tan común, salvo por excepciones como Theatre of Tragedy, escuchar bandas con este tipo de instrumentación. Los teclados, emuladores legítimos del sonido orquestal, llenaban de forma sorpredente, llevando la batuta de las composiciones. Aún así, la guitarra, elemento primordial del metal, no quedaba resagada, y aportaba gran peso en los riffs y los solos, tal vez no impresionantes, pero muy aceptables y disfrutables. En la percusión, se notaba un gran amarre y un adecuado balance entre peso, velocidad y agilidad.

Digo que el disco sonaba crudo, porque si bien resulta muy agradable al oído y se disfrutan muchísimo canciones como "Beauty and the Beast" y "The Carpenter", es notorio como falta aún experiencia en la mezcla y masterización, pues por momentos se escucha una atmósfera vacía, o más bien, hueca. Así mismo, la utilización de la voz del tecladista Tuomas Holopainen nunca me pareció acertada, pues su voz simple y sin fuerza es arrasada por la de Tarja. De una u otra manera, era su primer disco, tal vez no alcanzaron los fondos para contratar un vocalista masculino... qué sé yo.

El segundo disco de Nigthwish, "Oceanborn", aparece en 1998 y, a mi juicio, marca el verdadero despertar de la banda y la creación del sonido que la caracterizaría en adelante. Desde los primeros acordes de "Stargazers", el album anuncia todo lo que vendrá: todo un despliegue de buen metal y arreglos pseudo orquestales, en un balance, a mi gusto, no alcanzado por ningún otro grupo de metal hasta el momento. Los ritmos rápidos de la batería (incluído el infaltable doble bombo), las guitarras distorsionadas y el bajo (que por primera vez tuvo un ejecutante propio en la banda), estaban ahí, tan presente como los teclados y las voces líricas. Devil and the Deep Dark Ocean, Sacrament of Wilderness, Moondance... las buenas canciones se suceden unas a otras y el disco se convierte en algo que uno quiere escuchar una y otra vez. Como decía en un principio, Nightwish se encontró con su sonido, con su firma, y comenzó a despertar realmente como banda.

El tercer disco fue la cereza del pastel. Si en "Oceanborn" Nightwish había descubierto su sonido y lo había explotado adecuadamente, en "Wishmaster", publicado en 2000, llevó ese sonido a un nivel aún más alto. Lo que se había creado recibió ahora un perfeccionamiento y la banda parecía nadar en su propia tinta. Para mí, fue el mejor trabajo de los finlandeses, pues continuaron con la fórmula ya descubierta, pero aplicándola en canciones aún más fluídas y coherentes donde, una vez más, las voces líricas y los teclados sinfónicos se amalgamaban perfectamente con las guitarras eléctricas y la batería. No hay fallas. Ritmos saltarines y eufóricos, fraseos fluidos y hermosos pasajes épicos, contundencia... nada le hace falta. "She's my Sin", "The Kinslayer", "Wanderlust"... son verdaderos clásicos del metal sinfónico o neoclásico o como se le quiera llamar. Ni hablar de la inolvidable "Wishmaster", que no por nada le da nombre al disco.

Ahora, luego de la alabanza y la chupada de medias, comienza la caída. "Century Child" fue el comienzo del fin para Nightwish. Si bien es cierto que se trata de un disco bien trabajado, contundente y muy elaborado, la susodicha fórmula comenzó a agotarse. Las canciones se vuelven lentas y monótonas. Del todo se pierden aquellos pasajes rápidos, casi caóticos, que hacían de Nightwish una banda divertidísima de escuchar, con un sonido refrescante y renovado. En mi opinión, el principal problema es que la banda comenzó a abusar del elemento sinfónico-orquestal y dejó un poco de lado la escencia metalera que había permanecido intacta en sus anteriores trabajos.

La única canción del "Century..." que mantiene la escencia original es "The End of All Hope", que sí ofrece un gran peso y variedad de ritmos. Aquí Emppu Vourinen, guitarrista, vuelve a agraciar el ensamble con sus pasajes agudos y hasta con un solo. Sin embargo, otros temas como "Dead to the World" y "The Phantom of the Opera", aunque son buenos temas, parecen fabricados ya bajo otra óptica. En primer lugar, comienza a aflorar Marco Hietala, nuevo bajista. en cuya voz la banda, a partir de entonces, depositó gran confianza. Para mi criterio, fue un error, y no porque Marco cante mal, en realidad que posee una voz muy interesante, pero no para una banda como Nightwish. Sus chillidos y gritos solo nos hacen desear que Tarja comience a cantar de nuevo. Estas canciones poseen buena velocidad y entretienen, pero están compuestas siguiendo modelos mucho más simples de coro-estribillo-coro, que las vuelven repetitivas y terriblemente predecibles.

Pues bien, si el "Century Child" comenzó a anunciar un cambio en el sonido de Nigthwish, el "Once" significó su fin como una buena banda. El metal ya no parece el género donde enmarcar a nuestros amigos. Yo optaría más bien por el pop rock, y si quieren, con influencias góticas. Las canciones son planas, sencillas, con coros pegajosos y casi bailables. Si bien el grupo recuperó algo de la precensia de las guitarras y la escencia metalera, esta parece adecuada a simpatizar a un público joven, que no quiere internarse mucho en el mundo de la música extrama. La voz de Tarja se utilizó de una manera mucho menos lírica y la de Marco obtuvo más precensia aún que en el "Century...". Una canción como "Nemo" (que me encanta, lo aclaro) parece prefabricada, como hecha para agradar, para que se escuche y se diga "Ay que linda canción".

No me deja mentir, en cuanto a la simplificación del sonido de la banda, que este disco fue el pegue comercial de Nightwish. Aparecieron en Mtv, en Vm Latino, en Conexión Tv... en montones de emisoras de radio... de pronto todo el mundo, metalero o no, conocía y gustaba de Nightwish. Se convirtieron en un segundo Evanescense... lo cual ya es decir mucho de su decadencia.

Pues bien, luego del "Once" ocurrió el suceso que más me interesa comentar (sí, todo lo anterior fue introducción, jaja). Aparece el disco en vivo "End of an Era" y se comunica la expulsión de Tarja Turunen de la banda. ¿Cómo? Pues sí, Nigthwish prescindía de su símbolo, de su "front-woman", pero no se resignaba. Los miembros restantes afirmaban pretender seguir adelante y encontrar una nueva cantante. Mucho tiempo después, ya olvidé cuánto la verdad, pero fueron como dos años, aparece la noticia: Nightwish tiene nueva cantante, su nombre es Anette Olzon... ok, nadie sabía quién era, pero la espectativa era enorme. Se publican algunos demos para que los seguidores conociéramos un poco la voz de Anette, pero estos no eran suficientes. Hacía falta el nuevo disco... y este por fin llegó... ¡Pero por el diablo, qué era aquello! Nada qué ver... el grupo volvió a sumirse en sus barroquismos del "Century..." pero ahora mucho peor, pues tenían en frente a una cantante de pop. Eso es Anette, al menos comparada con su predecesora. Era risible que Nigthwish pretendiera sustituir a una soprano como Tarja con ella, pero así era. Las causas pronto fueron esclarecidas: Según Tuomas, la banda buscaba alcanzar mucho más público, lo cual no era posible con una voz tan compleja y seria como la de Tarja. En seis palabras: Nightwish se vendió y lo reconoció.

Dark Passion Play es como un revoltijo del "Century..." y el "Once". Mientras una canción (digamos... "The Poet and the Pendulum") resulta intricada, densa, larguísima (y no es cuento, dura casi catorce minutos), otra (digamos, "Bye, bye Beautiful") es pegajosa, simple, de viaje hecha para encantar al escucha desde el primer momento. Incluso, el album incluye una canción practicamente clonada de una del Once. Hablo de "Amaranth", que a nivel estructural es idéntica a "Nemo": entrada de piano, versos con ritmo marcado, coro pegajosísimo (así como para que todas las quinceañeras que se creen metaleras se lo aprendan), solito y final épico, orquesta incluída.

Pues sí, ya se habrán dado cuenta de que el disco me decepcionó gravemente, pero el caso no es ese. El caso es que, sinceramente, el cambio radical, aunque aún paulatino, del sonido de Nigthwish, se me hizo, y se me sigue haciendo, terriblemente sospechoso. Me baso en las siguientes consideraciones. A partir del "Century..." el grupo comienza una campaña de suavización de su música. Tocan más sencillo, sin complicarse y exigiendo cada vez menos la voz de Tarja. Luego, tras el éxito inédito del "Once" y la gira correspondiente, tiran el concierto "End of an Era" y echan a Tarja... ¿No resulta sospechoso que titularan de esa manera el concierto?

Ahora, tiempo después, me puse a ver unos videos de Anette cantando canciones viejas de Nightwish y descubro que, al menos por el material que hay grabado, la mujer solo se manda con "Nemo", "Wish I had an Angel" y demás canciones del Once. Su voz calza muy bien en estas piezas... lo cual es comprensible, recordando que ya en ese disco Tarja trabajó como a media máquina. Que yo sepa, o que esté documentado, Anette nunca ha cantado The Kinslayer o Beauty and the Beast. Todo parece indicar que el Once fue un disco con el que Nigthwish solo fue preparando el terreno para la venida de la próxima cantante, cuyas características ya tenían muy bien definidas. No querían otra soprano, sino una cantante más "accesible", que pudiera cantar algunas de las canciones del Once, como para no dejar de lado sus "hits" más recordados, los que les dieron la fama, y que introdujera un cambio radical con su actuación en el nuevo disco.

Por otro lado, tras su salida de la banda, Tarja se manda solita y tira un disco cuyo primer sencillo tiene un título harto sospechoso también: "I Walk Alone"... yo voy sola... ok, claro, porque ya se fue de Nightwish... quienes tiran una pieza titulada "Bye, bye beautiful"... ¿Un duelo con títulos de piezas en lugar de balas? Parece, pero lo peor es que este asunto podría perfectamente haber sido planeado. Es inegable que tanto para Nightwish como para Tarja, el corte de relaciones fue provechoso. Por un lado, Nightwish se abrió a un mercado mucho mayor. Muchos de sus seguidores les siguieron siendo fieles, y otros muchos se sumaron a la lista atraídos por el cambio. Por otro lado, Tarja se llevó a quienes le fueron incondicionales desde un principio y la defenderán por siempre.

¿Qué quiero decir con todo esto? Pues, que la verdad, yo no me trago tan fácilmente el cuento ese de que Tarja ya era muy concha con sus compañeros de grupo y que por eso mejor la echaron... me parece que pudo tratarse de un procedimiento intencional por ambas partes, en pro de aumentar las ganancias y la fama. Procedimiento que se trajo abajo uno de los más interesantes fenómenos que el metal dio a finales de los noventa y principios del nuevo milenio. Lástima, será seguir escuchando aquellas tres joyas que Nightwish produjo cuando lo que les interesaba era realmente hacer música.

Si ofendo a seguidores del nuevo Nightwish o de Anette, me disculpo, simplemente expreso mi opinión. Y además, aclaro que de música no sé absolutamente nada, así que cualquier mal uso de un término o sandez dicha, la disculpan. Insisto, solo expreso lo que pienso de la mejor manera posible.